El maestro Delfin Chamorro tenía el carácter del agua transparente, la claridad del día y la cordial dación de la surgente.
Con humildad de pan daba sustento a la virtud callada del trabajo, en los hijos sin luz del sufrimiento: los indoctos, los tristes, los de abajo.
Profesor de firmeza y decoro, aprendió a vigilar de edad temprana y en su boca labró un papel de oro, la melódica abeja castellana.
Manuel Ortiz Guerrero
No hay comentarios:
Publicar un comentario